domingo, 15 de febrero de 2015

Religión


Parece que los enterramientos, cuyo origen se remonta a la edad paleolítica, debe haber adquirido una significación más profunda en la edad neolítica. En general, los muertos eran sepultados cuidadosamente en tumbas edificadas o excavadas, ya se agrupadas en cementerios próximos a los poblados o cavadas cerca de las casas individuales. Esta práctica denota una actitud hacia los espíritus de los muertos. La tierra donde reposan los antepasados se consideraba como el suelo del cual debía brotar cada año, mágicamente, el sustento alimenticio de la comunidad. Los espíritus de los antepasados se consideraban como cooperadores en la germinación de las plantas cultivadas.


En el periodo neolítico cobró capital importancia el culto a la fertilidad. En varios poblados de esa época se han encontrado figurillas modeladas en arcilla conocidas como “diosas de la fecundidad”. Estas se enterraban en los campos de cultivo para propiciar las buenas cosechas. Las creencias sobrenaturales se modifican al pasar los pueblos de recolectores a agricultores y ganaderos. Se adoran fuerzas naturales relacionadas con el cultivo de la tierra, como son las plantas, la lluvia, el sol y las estrellas. En el culto hay sacrificios humanos verdaderos o figurados, que simbolizan en muchas ocasiones la muerte (siembra) del grano y su resurrección (la planta que nace de la semilla). La revolución tecnológica se dio en forma paralela a una búsqueda del conocimiento de la Naturaleza, lo que condujo al nacimiento de las primeras ciencias. Una de ellas fue la astronomía, indispensable para determinar las estaciones y los ciclos agrícolas; otra fue la matemática, necesaria para contabilizar la producción. Los pueblos agricultores elaboraron calendarios, para conocer las épocas propicias a la preparación de los campos. Por ello tienen que hacerse astrónomos.


  • RITOS FUNERARIOS


Solían enterrar a sus muertos bajo sus casas, en posición encogida y la cabeza con una determinada orientación. Los cuerpos se depositaban dentro de pieles, telas, cestos o cajas de piedras, acompañados de ajuares funerarios muy variados: puñales, anillos, broches, collares de conchas o pizarra, espejos de obsidiana, recipientes de cerámica que había utilizado para alimentarse en vida, etc.

Además, de los rituales funerarios, existen pruebas de la existencia de un culto a los muertos o a los antepasados. Bajo las casas se han encontrado cráneos recubiertos de arcilla reproduciendo los rasgos faciales, con los labios pintados y conchas en el lugar de los ojos.

A finales del Neolítico y durante las primeras etapas de la Edad de los Metales, aparecen otro tipo de tumbas de carácter colectivo: son los dólmenes.
Aparecen determinados lugares de culto o santuarios, en las habitaciones de las casas o en edificaciones específicas. La abundancia de pruebas que demuestran la existencia de un mundo simbólico y de creencias mágico-religiosas durante el Neolítico, debía ir acompañado de la aparición de chamanes, brujos, hechiceros y sacerdotes, que ocuparían un lugar importante en estas sociedades.

Con la invención de la cerámica,   en las tumbas empezaron  a aparecer  vasos y vasijas y también objetos de metal. Hacían esto para que el difunto se integrara bien en el mundo de los muertos. Colocaban a los muertos en diferentes posturas porque creían que al morir nacían en otra vida.



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