domingo, 15 de febrero de 2015

Principales Asentamientos


Es conciso saber cómo eran los poblados de los hombres del periodo neolítico, antes de conocer sus principales asentamientos. Prácticamente se da el surgimiento de las aldeas, los poblados neolíticos eran pequeños y estaban formados por chozas de forma circular o rectangular hechas de adobe. Cada poblado se componía de varias viviendas, establos para los animales, almacenes para los granos, etc.

Si nos situamos en la región del Jordán (en Palestina), en la base de la colina Tell es Sultán, donde estuvo asentada la vieja ciudad de Jericó. Lo mismo ocurre en Nahal Oren, en el monte Carmelo, y en Beidha, cerca de Petra. En estos tres yacimientos, el nivel inferior A cuenta con fuertes defensas con muros y foso, con habitaciones circulares en forma de colmena formadas con ladrillos carenados.

En el nivel B hay habitaciones rectangulares con muros revestidos de barro y pasillos con habitaciones a ambos lados. Si en el nivel A hallamos nidos de cráneos que recuerdan los de Offnet Baviera. En el B los cráneos se recubren, modelando los los ojos. En este segundo nivel aparece el cultivo de la cebada y la cría de las cabras para alimento, en tal proporción que hace pensar en una posible domesticación; todo ello en el séptimo milenio a. de C., en una fase pre-cerámica, con numerosas muestras de culto y de plástica.

Pero a todos esos primeros centros urbanos supera en interés el de Chatal Hüyük, en el llano de Konya, en la parte meridional de Anatolia, excavado por James Mellaart. Se trata de un poblado de gran extensión (unos 130.000 m2), formado por habitaciones rectangulares con hogar central, adosadas unas a otras, salvo en los casos en que se disponen unos patios o espacios libres entre ellas.

Los muros eran de ladrillos secados al sol; los tejados planos tenían aberturas, por las que se entraba al interior gracias a una escala de madera. Bancos junto a los muros servían como lugar de enterramiento, probablemente secundario, de los familiares. Muchas de las casas presentan las paredes decoradas con relieves o pinturas. Estas últimas ofrecen curiosos paralelos con las levantinas españolas, cuya cronología no difiere gran cosa de la de estas primeras ciudades. Es seguro que experimentaron frecuentes reconstrucciones.

La gente vivía en casas modestas de adobe, edificadas tan próximamente unas de otras, que sólo formaban unas pocas calles. Para llegar a sus casas, sus habitantes tenían que caminar por las azoteas y luego entrar en sus casas a través de un orificio en el techo.

Los arqueólogos han descubierto que se cultivaban hasta doce productos en Çatal Hüyük, incluyendo frutas, nueces y tres variedades de trigo. La gente cultivaba sus propios alimentos y los guardaba en los almacenes de sus casas.

En Çatal Hüyük se han encontrado lugares de culto religioso con figuras de dioses y diosas domésticos, así como diversas estatuillas de figuras femeninas. Dotadas de senos y asentaderas muy prominentes, estas “madres tierra” tal vez representaban de manera simbólica la fertilidad de “nuestra madre” tierra y la de las madres humanas. Tanto los relicarios como las estatuillas son indicadores del creciente papel que desempeñaba la religión en las vidas de estas personas del Neolítico.


 

La revolución agrícola del Neolítico tuvo consecuencias de largo alcance. Una vez que la gente se hubo asentado en villas o ciudades, construyeron casas para protegerse, así como otro tipo de estructuras dedicadas al almacenamiento de bienes. Como comunidades organizadas, almacenaron alimentos, acumularon bienes materiales y comenzaron a practicar el comercio.

Es decir, en fechas que hace unos años hubieran parecido excesivamente elevadas, encontramos sociedades directamente salidas del estadio mesolítico, directo sucesor del paleolítico superior, que han progresado enormemente en el camino del urbanismo y se hallan organizando ya una vida social y religiosa intensa.

Podríamos completar lo dicho con secuencias parecidas en el Iraq septentrional con nombres como Jarmo, Hassuna, Tell Halaf, y tras esta fase entramos en la ocupación de la Baja Mesopotamia, cuando la ciudad ha adquirido toda su importancia política, que guardará durante muchos milenios, a través de las fases de El Ubaid, Uruk y Jemdet-Nasr, hasta las clásicas ciudades sumerias. Podríamos también destacar las ciudades asirias primitivas y las que van descubriéndose en el Irán, que acabarán por unir ese mundo asiático occidental con las grandes ciudades, muy posteriores, del valle del Indo, en las que vemos logros que calificaremos de modernos en aspectos tan importantes como el agua.

La entrada en Europa de los portadores de la "revolución neolítica" es muy anterior a lo que se había creído. Aún no hace muchos años no poseemos otro medio de establecer un puente entre Asia Menor, los Balcanes y el Egeo que las nueve ciudades (hoy las contaríamos de otro modo y aparecerían bastantes más) de Troya.



Gracias a la datación del carbono 14 sabemos que el neolítico había cruzado el Egeo alrededor del 6000 a. de J.C. Sesklo y Argissa en Tesalia, Nea Nikomedeia en la región occidental de Macedonia, nos muestran poblados con casas de madera recubierta de barro, cerámica plástica con representaciones femeninas, abundante industria ósea, ganadería que incluye los bóvidos, sepulturas en fosa, etcétera.

Desde estos centros urbanos, los primeros que conoció Europa, en un camino que debió costar unos dos mil años, ese elemento renovador que fue la ciudad se extendió al extremo occidental del Viejo Mundo.


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